jueves, 28 de abril de 2011

Monotemas eternos....



Este monólogo fue iniciado por Maria y Raquel...obviamente en uno de nuestros descansos en las ranas....Se lo dedico a ellas...que tanto me aguantan con mis trabes mentales y cuando me vuelvo monotema(XD)...

Todo comienza a partir de ciertas circunstancias como puede ser el color de la camisa que lleva (tu favorito), su nariz, el color de ojos, la forma en la que te ha mirado cuando ha pasado a tu lado, cómo te encontrabas en el momento en que lo viste pasar por primera vez...,

Esa persona que no conoces puede que sin merecerlo haya alcanzado en cuestión de segundos un nivel que podríamos medirlo usando como semejanza una escalera.

Escalera que esa persona va subiendo cada vez que la vuelves a ver, quizás nunca has hablado con ella pero llega un momento en el que se encuentra tan arriba que ha creado su propio pedestal.

Nosotros somos los culpables de que haya llegado tan lejos y quizás no ha hecho nada para merecerlo pero esa persona ya está allí y no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Desde ese momento somos víctimas de nosotros mismos, de nuestros sentimientos.

Cuando esa persona pasa por nuestro lado agachamos la cabeza y miramos al suelo asumiendo que va a frenar la taquicardia que nos invade, nos sentimos desorientados, en alguna ocasión hasta se nos corta el habla y el tiempo se ralentiza, los segundos son minutos.

Son situaciones que, creo, todos hemos vivido en algún momento por alguna (quizás varias) personas.

Desde que somos conscientes del alcance que tiene sobre nosotros, todo cambia, pensamos:
-¿ y si...hoy me habla...?, ¿y si....simplemente me mira...?, ¿y si....únicamente me dice “hola”?.

Ese saludo que usamos tan a la ligera pero que en boca de quien ha esculpido su pedestal notamos como adquiere un nuevo significado, esa insignificante palabra puede darnos a entender tantas cosas…

Si esa persona supiera el poder que tiene sobre nosotros, ¿cómo reaccionaría?, ¿Se sentiría intrigado?, ¿se sorprendería?... Da igual lo negativa que pueda resultar su reacción ya que, en nuestra imaginación, nos hablaría, y sería una persona inteligente, simpática, sociable, dependiendo de los gustos, más o menos romántica.

Sería tal y como nos lo hemos imaginado durante todo el tiempo que la hemos observado, sin pronunciarnos, por miedo a esa reacción que puede que no se ajuste a lo que queremos.

Pero, ¿quién nos dice que todo lo que nosotros sentimos no es recíproco?, ¿quién nos dice que cuando nosotros agachamos la vista al unirse nuestras miradas, no observamos la reacción inversa?, ¿quién nos dice que esa persona, en el silencio de su mirada no sufre la misma taquicardia que nosotros, el mismo mareo...?, ¿qué ocurriría si al final resulta que somos dueños de nuestro propio pedestal en una escalera mayor?.
Si fuéramos conscientes de este hecho, ¿cómo reaccionaríamos?, ¿aumentaría nuestro ritmo cardiaco? o por el contrario, ¿sería la destrucción del pedestal sobre el que se encuentra la imagen de dicha persona al darnos cuenta de que es exactamente igual a nosotros, al resto?. Sinceramente no sabría responder a estas preguntas, solo soy el espectador desde lo más bajo de las escaleras, esas que he ido construyendo a lo largo de mi vida y todavía espero a que algún pedestal se digne a mirar hacia abajo a decir un simple “hola”....